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Descubre la lactancia

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Hay varios elementos a considerar para dar pecho a tu bebé.

Debido a la succión, los pezones pueden sufrir grietas y heridas dolorosas. Por esto, desde el último trimestre debes prepararte física y mentalmente.

Una de las principales causas del abandono de la lactancia son las molestias o la incomodidad que genera.

Consejos prácticos

Al bañarte, no utilices jabón para lavar tus senos porque puede provocar que se pierda la grasa natural que protege la piel de tus pezones. Límpialos simplemente con agua.

En caso de pezones planos o invertidos, puedes hacer estos ejercicios de preparación con un producto emoliente:

  • Tómalos entre el pulgar y el índice. Hazlos rotar tanto en el sentido de las agujas del reloj como en la dirección contraria.
  • Pon los pulgares en los bordes de la areola y muévelos en sentido horizontal y vertical.

En el último trimestre, también puedes usar unas copas que estimulen su salida. Se trata de “conchas” de plástico que presionan ligeramente la areola del pezón y deshacen las adherencias que los mantienen invertidos. Las copas deben usarse lo máximo posible y se ponen debajo del brasier.

El inicio de la lactancia

Si decidiste que esta es tu mejor opción, necesitas tener la información necesaria para saber cómo empezar y qué retos podrías tener.

Si tienes tiempo, inscríbete a alguna clase sobre cómo amamantar. Puedes encontrar en Biblioteca Socio el libro que te recomendamos, buscar información en internet o ver videos sobre cómo ayudar a tu hijo, en los primeros días, a agarrarse de tu pecho y succionar adecuadamente.

El bebé desarrolló esta capacidad desde que estaba en tu vientre, pero tú necesitas saber cómo debe quedar acomodada su boquita en tu pezón para hacer esta succión eficiente y lo menos molesta posible.

En algunos hospitales hay enfermeras capacitadas para dar esta orientación. También puedes recibir ayuda de La Liga de la Leche, una organización internacional dedicada a promover y a ayudar a las mamás a recibir y brindar los beneficios de la lactancia.

Tips esenciales para tener éxito al amamantar a tu bebé

  • Empieza a hacerlo lo más pronto posible, en cuanto te entreguen a tu bebé por primera vez, idealmente antes de las primeras dos horas de que haya nacido.
  • Mantén a tu pequeño contigo el mayor tiempo. En muchos hospitales existe la posibilidad de tener a tu bebé todo el día, e incluso hay opciones de “habitación conjunta” en donde no tiene que irse al cunero, sino que está en el mismo lugar que tú.
  • No le des biberón inmediatamente. Primero debes acostumbrarlo a la succión de tu seno. Hay bebés que encuentran tan sencillo tomar de una mamila que pronto dejan de alimentarse en el pecho.
  • Dale pecho “a libre demanda”, esto significa que cada vez que llore por hambre, lo amamantas. Los bebés piden leche cuando la necesitan. Confía en la sabiduría de su cuerpo.
  • Toma en cuenta que los recién nacidos se alimentan de 8 a 12 veces cada 24 horas.
  • Ayúdalo a succionar de forma eficiente; ponlo en un pecho a hacerlo por 10 minutos, luego interrumpe, ayúdalo a sacar el aire y cámbialo al otro lado por 10 minutos más.
  • Si se está durmiendo mientras come, hazle un pequeño cariñito en su cachete para recordarle que está alimentándose. Seguramente su reflejo de succión hará que siga tomando leche.
  • Si al terminar el segundo pecho se quedó dormido, disfrútalo.
  • Después de cada toma, limpia tu pezón con un algodón humedecido, así eliminas lo que haya quedado de su saliva. Esta es algo ácida y puede contribuir a que se te agriete.
  • Para finalizar, tus pezones. De inicio, puedes usar una pomada protectora especial para las grietas. Deberás removerla con otro algodón húmedo cuando tu bebé quiera comer de nuevo.
  • Confía en tu cuerpo, está perfectamente diseñado para que vivas la lactancia y sus beneficios. Después de algunas semanas, tus pezones se habrán fortalecido. Tu bebé y tú están aprendiendo a conocerse; terminarán por dominar la dinámica de la lactancia y todos saldrán favorecidos.

La lactancia nos recuerda la verdad universal de la abundancia; cuanto más damos, más nos llenamos, y ese alimento divino —la fuente de la que todos extraemos— está, como el pecho de una madre, siempre lleno y siempre fluyendo.
Pamela K. Wiggins

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