Disciplina: Normas, límites y consecuencias
Agosto, 2018
Este es el tema que a todos los papás nos preocupa. Queremos hacer lo mejor para nuestros hijos, y sabemos que para lograrlo, deben de aprender que en la vida hay límites y que sus actos tienen consecuencias.
Nuestra historia personal nos define, y nos permite desarrollar nuestra propia forma de educar. Hay quienes quieren repetir la fórmula y quienes prefieren hacerlo todo a la inversa.
¿Cómo educar a tus hijos? Antes que nada, sin violencia.
Disciplina. Cada uno tenemos nuestra propia idea de cómo enseñarla. Cada familia tiene sus propios valores y eso es totalmente válido.
Una persona disciplinada es constante, es responsable en sus compromisos, acepta y cumple con las reglas.
Para educar hijos disciplinados y con límites es necesario que tomes en cuenta estos puntos:
Conoce a tu hijo. ¿Qué puedes esperar y qué le puedes exigir? Por ejemplo: hay niños que se ponen de mal humor cuando están muy cansados. No podemos permitirles desvelarse y exigirles que hagan las cosas de buen humor. Por supuesto que debes enseñarle a ser responsable y realizar sus actividades, pero también debes considerar que necesita dormir a la hora adecuada para que todo lo que deba hacer, sea más fácil.
No debemos tratar a los niños como si fueran de nuestra edad, son pequeños. Hay que investigar qué conductas corresponden a su edad.
Para que funcionen bien los límites y la disciplina, debes ser:
- Consistente y predecible. La consistencia implica ser congruentes con lo que decimos y acordamos. Las reglas deben ser siempre las mismas y no pueden depender de nuestro humor.
Los niños son expertos, aprenden a leernos y nuestro ejemplo es lo que más les enseña. Si nosotros perdemos el control, pero les pedimos que no se enojen o hagan berrinches, no estamos siendo congruentes. Lo que los niños ven, es a un papá que no sabe controlar sus emociones, que grita y se enfurece. Ese ejemplo puede más que todas nuestras palabras.
Es normal que tengamos días y momentos difíciles, y se vale decirles a los niños “hijo, ya es muy tarde, vengo muy cansada y tengo poca paciencia, por favor ponte la pijama”.
Con esto, los niños aprenden que hay circunstancias que no tienen que ver con ellos y que hacen que los papás tengan altibajos en su estado de ánimo. Si les enseñamos que todos nos cansamos, enojamos, o ponemos tristes, los ayudaremos a entender que su estado de ánimo puede cambiar.
El que nosotros como adultos reconozcamos lo que nos está pasando, hace que evitemos explotar frente a ellos. - Lógica. Con manejo de consecuencias lógicas, los niños van a experimentar qué pasa si rebasan un límite. Es normal que quieran explorar y debemos de permitirlo sin que su seguridad se ponga en riesgo. Al momento de traspasar límites, hay consecuencias. No necesariamente tiene que haber castigos. Las consecuencias lógicas ante sus conductas, los irán enseñando. Por ejemplo: si el pequeño está jugando en el jardín con sus vecinos, y le pega a uno de ellos, le podemos decir que no se vale lastimar a los amigos y que ahora deberá jugar solo. Si no puede convivir con cordialidad, los demás no querrán estar con él.
Si rompe su juguete, la consecuencia es inmediata y totalmente lógica. Ya no tendrá su juguete completo. Todo esto nos da la oportunidad de educar a nuestros hijos a aprender y reparar el daño que hicieron. - Hay reglas claras. Hay conductas inadecuadas que se deben de indicar con claridad: “en casa no gritamos”, “está mal hablar con groserías”, “no se les pega a los amigos”.
- Cuando decimos un no, ofrecer una alternativa de un sí, hará todo más fácil y le indicará al niño qué opciones tiene. Por ejemplo: si un niño quiere hacer música con su tenedor y un plato, puede ser peligroso si el tenedor es de metal y el plato de cerámica, pero si le damos un recipiente y una cuchara de plástico entonces sí lo podrá hacer. Es un “con esto no, pero con esto sí”. Otro ejemplo sería el niño que pide que le compremos un dulce saliendo de la escuela. Habrá días en que sí se pueda y otros en que no. Así que podemos decirle “hoy no se puede, pero el viernes sí”.
- Que se califique el acto o la conducta, pero que no se juzgue al niño. Hay que evitar decirles a los niños cosas como: “¿estás loco?", “¡mira nada más lo que hiciste!”, “eres tremendo, ya no te aguanto”, “estás mal de la cabeza”. Este tipo de comentarios juzgan al niño, lo califican y va haciendo suyas estas ideas. El concepto que tienen de sí mismos se construye a través de lo que sus padres principalmente les dicen. No queremos que crezcan pensando “soy tremendo”, “soy insoportable” o “yo siempre me porto mal”. Tenemos que hablar de la conducta equivocada, o de una mala decisión, pero nunca juzgar al niño en su totalidad. “Esto que hiciste estuvo muy mal”, es distinto a decirle “Eres un niño muy malo por haber hecho esto”.
- El niño debe de sentir que aunque se equivoque, el amor de sus padres es incondicional.