¿Cómo elegir la mejor actividad?
¿Habla mucho? ¿Se mueve? ¿Le gusta correr? ¿Sube árboles? Cada uno de estos comportamientos puede ser una pista para elegir el deporte ideal que tu hija o hijo podría practicar, pero la elección no es tan sencilla.
Es necesario tomar en cuenta el desarrollo físico y psicológico del niño, sexo, si tiene algún grado de discapacidad y sus gustos e intereses personales, para definir el estilo del deporte y el rol que el menor desempeñará dentro de él.
Edad
Diferentes edades significa que los niños poseen diversas capacidades para absorber información, distinto desarrollo motriz y niveles de concentración.
Niñas y niños entre 5 y 8 años:
Hacen ejercicio con una finalidad recreativa, como actividad lúdica y divertida. Deben estar expuestos a deportes sencillos, con muchos estímulos para que puedan descubrir y desarrollar sus habilidades. En esta etapa suelen inclinarse por los deportes que algún familiar o amigo practican. Es importante prestar especial atención durante los momentos en los que juegan libremente para identificar cómo se relacionan con los demás, en qué son buenos y lo que más les gusta hacer: saltar, correr, atajar y tirar balones, nadar, bailar, escalar.
Niñas y niños entre 8 y 12 años:
Ya tienen una buena capacidad física y motora, mantienen la atención por tiempos prolongados y poseen la habilidad de comprender las reglas necesarias para jugar un deporte de manera organizada.
Individual o colectivo
La variedad de personalidades desde temprana edad genera un proceso de selección natural. Hay niños que pueden estar sentados tranquilos; otros que están en constante movimiento; los que evitan el contacto físico y quienes tienden a utilizar los pies antes que las manos. Si bien los deportes se pueden clasificar en varios subgrupos, hay dos categorías principales: individuales y colectivos. Los primeros resaltan el esfuerzo personal, el sacrificio y una mayor cuota de constancia. Los deportes grupales estimulan el trabajo en equipo, la solidaridad, compañerismo, apoyo colectivo. Lo mejor es que los niños practiquen ambos tipos de deporte pues los dos tienen grandes beneficios para su desarrollo.
¿Qué se busca?
Muchos niños sueñan con ser profesionales un día, ese deseo aparece cuando los menores conocen el deporte y se hacen aficionados a él. Pero antes de forjar una carrera deportiva, lo que prevalece al principio es diversión y la serie de beneficios que se logran con el deporte a través de una multitud de factores que están directamente relacionados con la mejora de la salud: resistencia cardiorrespiratoria, flexibilidad, fuerza y resistencia muscular, coordinación y desarrollo cognitivo. El deporte también ayuda a incrementar la autoestima y a desarrollar el pensamiento abstracto a través de nociones como velocidad, distancia, profundidad, fuerza y juego limpio.
Ya sea solo por diversión, salud o sociabilidad, es importante saber cuál es el objetivo que se busca al escoger un deporte ya que, en muchos casos, existirá una relación de por vida, sea profesional o como aficionado.
Sin presión
Forzar a un niño a practicar un deporte puede tener un efecto contraproducente de rechazo, por lo que es preferible utilizar el estímulo como principal herramienta para que se haga la actividad física necesaria. Es importante educar a los hijos en un estilo de vida activo, pero siempre abiertos a escuchar lo que piensan. Pregúntales qué les gusta, cuáles son sus inquietudes y necesidades, y dales la oportunidad de elegir una actividad.
Alternativas
Los deportes organizados suelen ser la solución de la mayoría de los padres para impulsar a sus niños a la actividad física, pero estos suelen tener un trasfondo competitivo que también podría acarrear un efecto negativo en el niño, tanto en el aspecto físico por lesiones de gravedad, como psicológico: miedo al fracaso, falta de autoestima, rechazo de grupo y exclusión. Debemos destacar que, si bien es importante que practiquen un deporte específico, lo fundamental es que los niños hagan algún tipo de actividad física, la que sea. Realizar algo tan cotidiano como caminar, subir y bajar escaleras, ayudar en las tareas domésticas, andar en bicicleta, bailar, pasear, nadar, puede ayudar a mantener activo a tu hija o hijo. Si aún no encuentras la actividad ideal para él, ofrécele alternativas, infórmate sobre nuevas prácticas, busca clases distintas en tu comunidad y atrévanse a probar cosas nuevas. Tal vez allá afuera está la motivación que necesita.
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