MOMENTOS DE VIDA

Mamá por dos

madre soltera

¿Y si soy mamá sin pareja?

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Cuando formaste una pareja, deseabas que fuera para toda la vida y querías construir una familia sólida. No pensabas divorciarte. O bien, cuando conociste a ese hombre y empezaste a salir con él, no creías que quedarías embarazada y te tendrías que hacer cargo tú sola. Sin importar esto, tienes la gran bendición de ser madre y la dicha de compartir todo para siempre con tu hijo.

Probablemente piensas que la familia perfecta está formada por papá, mamá e hijos, pero esto no es verdad. Una familia es aquella que se construye con amor y respeto, más allá del número de integrantes. Debes tener muy claro que ser madre soltera no define quién eres, ni marca tu destino.

¿Sabías que en México la cuarta parte de los hogares están encabezados por una mujer?

Ellas se encargan de su sostén económico y la educación de los hijos. Hay muchas razones por las cuales existen madres solteras, el grupo de divorciadas es el más grande:

  • Divorciada o separada
    Tomar esta decisión no es nada fácil y lleva su tiempo, durante el cual se puede visualizar su situación al quedar sola con sus hijos, y a su vez, se va preparando emocionalmente para el rompimiento. El duelo es anticipado. Aunque esta circunstancia es igual de dolorosa que otras, y se debe trabajar en el proceso de asimilación y aceptación, muchas veces el papá sigue presente y asume sus responsabilidades, por lo que la mamá no queda completamente desprotegida.
  • El abandono
    La mujer cuyo marido o concubino, que había prometido estar toda la vida con ella, de repente se fue y la dejó sola con sus hijos. Una situación muy delicada que requiere tiempo, paciencia y un proceso de duelo para perdonar. En este caso, puede haber mucho rencor, tanto hacia al padre o hijo y se debe trabajar para que el niño no sufra las consecuencias.
  • La joven embarazada
    Tristemente, es frecuente que jóvenes se conviertan en madres solteras desde el embarazo. En general, se trata de mujeres que no planeaban concebir y cuya pareja no asumió la responsabilidad al recibir la noticia de la paternidad, lo cual deja a la joven con la carga de responsabilidades del nacimiento y crianza.
    Algunas de ellas quedan desprotegidas, sin el conocimiento, la experiencia, ni apoyo de sus allegados. Otras corren con la suerte de recibir la ayuda de su familia; los padres acogen a los dos y facilitan que la madre salga a trabajar o siga estudiando.
  • Madre soltera por elección
    Es la mujer que ha elegido libremente tener hijos sin pareja, sin comprometer al padre biológico, conocido o no, proyectando un futuro en el cual ella llevará la responsabilidad económica y emocional de sus niños. A pesar de que la decisión es libre, consciente y planeada, no deja de ser un gran reto, tanto para la mamá como para el hijo, enfrentarse a la sociedad como familia.
  • La mamá que enviudó
    En este caso, se convierte en madre soltera a causa de la muerte de su pareja. El padre pudo fallecer repentinamente en un accidente, por enfermedad o bien, pudo sufrir un largo padecimiento, durante el cual, le dio oportunidad a su cónyuge de prepararse para la despedida. Sin importar la razón, esta pérdida es muy dolorosa para toda la familia y llevará un tiempo de resignación y cambios en su vida diaria.
  • Padres periféricos
    No olvidar aquellas mujeres cuyos maridos han tenido que dejar el país por uno o más años para sostener a la familia desde lejos; o bien aquellos padres que trabajan en otra ciudad y viajan constantemente. En este caso específico, aunque no se trata de madres solteras, muchas veces tienen que tomar responsabilidades u obligaciones que son compartidas y hacerse cargo de los hijos sin apoyo del padre.

El proceso de duelo

A excepción de las madres solteras por elección, en muchos de los casos anteriores existe una pérdida. Para superarla, se debe pasar por un duelo y sus etapas:

  • Negación: Es tan doloroso lo que sucede, que automáticamente nuestro cerebro se bloquea para sobrellevar el dolor o ansiedad que esto genera y no aceptamos lo que sucede: “A mí no me está pasando”, “esto no es posible”, “ya pasará”. Esta etapa es necesaria ya que ayuda a la mente a amortiguar el primer impacto de la pérdida.
  • Enojo: Cuando nos enfrentamos a la situación, pueden surgir momentos de mucho enojo contra todo y con todos, por lo que buscamos culpables. Se experimentan sentimientos de odio contra otros o con uno mismo. Es necesario expresar esta rabia cuando las cosas no son como las imaginamos, pero también debemos tratar de controlarla.
  • Regateo: En esta etapa llegamos a una negociación con la vida: “Bueno, no tengo ya esto, pero puedo ver que tengo otras cosas”, “por lo menos ya no hay pleitos en la casa”, “tengo libertad para ser como soy”. Se encuentran ventajas en la situación y se comienza a ver el lado positivo a las cosas.
  • Tristeza: Conforme se va asimilando lo que ya no está, es natural que se recuerde con nostalgia, tristeza y dolor: “Si estuviera aquí disfrutaríamos los logros de nuestros hijos”, “si no se hubiera ido…”. Se extraña lo que se tenía, se siente soledad, apatía y desesperanza. Es conveniente analizar con la cabeza fría y no dejarse llevar por las emociones.
  • Aceptación: El duelo se ha superado cuando no solo aceptamos la pérdida y tomamos las riendas, sino que alcanzamos a ver más lejos: “¿Qué es lo que la vida espera de mí?”, “¿en qué clase de mujer quiero convertirme?”, “¿qué quiero para mis hijos de hoy en adelante?”. La vida sigue.

Recuerda que más allá de tu situación, eres capaz de salir adelante con tus hijos, ser feliz con ellos y formar una familia sana, unida y llena de amor, donde juntos puedan crecer sin importar los obstáculos. También es importante tener una red de apoyo, puede ser tu familia directa, amigos o personas en las que tú confíes para que te acompañen durante el desarrollo de tu hijo. No estás sola.

Una madre siempre piensa dos veces, una por ella y otra por su hijo
Sophia Loren

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¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción como madre soltera?