Tierra fértil
La fertilidad y la salud de una tierra de cultivo están relacionadas con la variedad de plantas cultivadas, las rotaciones periódicas de las mismas, el aporte de una composta de calidad y una labor de trabajo respetuoso al cultivo.
Una tierra fértil es un suelo vivo, y la vida se propicia aportando básicamente carbono, hidrógeno y nitrógeno. El carbono es la principal fuente de energía, supone más del 85% de cualquier planta seca y, mezclado con el hidrógeno del agua, produce los hidratos de carbono. Por su parte, el nitrógeno es la base para formar las proteínas, tanto de plantas como de insectos, microorganismos y del resto de seres vivos; incluido el ser humano.
En plena naturaleza, el proceso de retroalimentación de las plantas se produce al caer las hojas de los árboles a la tierra y al secarse las plantas que mediante fotosíntesis absorbieron y sintetizaron el carbono, el hidrógeno y el nitrógeno atmosféricos. Para reproducir la naturaleza en un huerto, se hace composta con los restos de cosechas, ramas de poda, hierbas y desechos orgánicos disponibles.
La forma más natural y ecológica de abonar y fomentar la fertilidad de la tierra es cultivar en ella plantas como las hortalizas, cuya función será la de convertirse en abonos verdes. Las leguminosas, que sintetizan el nitrógeno atmosférico en sus raíces gracias a unas bacterias simbióticas, suelen dar los mejores resultados.
¿Cómo vuelvo fértil un suelo estéril?
Para volver fértil un suelo estéril, es necesario darle una gran cantidad de nutrientes provenientes de la descomposición de materia orgánica, regarlo con abundante agua y presencia de organismos que favorezcan la absorción de nutrientes:
- Materiales orgánicos: Son restos de animales, comida o plantas.
- Materiales inorgánicos: Son el agua, el aire y fragmentos minerales de diferente diámetro (piedras, grava, arena, arcilla y limo).
- Seres vivos: Como microorganismos.
¿Cómo evito que un suelo fértil se vuelva estéril?
- Restituye los nutrientes extraídos por las plantas o arrastrados por las aguas.
- Proporciona al suelo la cobertura vegetal necesaria para evitar la erosión.
- Evita el uso de fertilizantes e insecticidas químicos.
Un buen suelo es esencial para un buen huerto. El suelo debe tener los nutrientes necesarios para que las plantas crezcan firmes y derechas, de manera que asegure suficiente aire y agua para las raíces de la planta y evite el exceso de agua con un buen drenaje.
La mayor parte de los nutrientes se reciclan por las raíces de la planta y vuelven al suelo a través de las hojas que caen de la misma. Gusanos, insectos y pequeños organismos como los hongos, alimentan también al suelo con materia orgánica y lo cambian para producir humus, el cual hace que la capa inferior del suelo sea oscura y tenga una buena estructura. El humus se pierde rápidamente si al suelo se lo deja expuesto al aire por mucho tiempo sin ninguna cobertura.
Abonos verdes
Para alimentar el suelo, el abono verde puede ser utilizado como composta, especialmente las legumbres (que colectan y retienen nitrógeno). Los árboles de vaina, pueden crecer junto a los cultivos alimentarios y sus ramas al caer, convertirse en abono del suelo. Para aprovechar al máximo el carbono, el nitrógeno y los nutrientes que aportan a la tierra los abonos vedes, es aconsejable segarlos justo cuando empiezan a florecer ya que es el punto ideal.
La lombriz de tierra
Si quieres tener el suelo más fértil, te recomendamos la lombriz de tierra, que alimenta y nutre las plantas. Coloca bastantes lombrices para que se alimenten de las raíces muertas de las plantas y las expulsen mediante sus excrementos, provocando así que se transformen en abono, que es imprescindible para el suelo y para que crezcan bien las plantas. También eliminan los residuos de cosechas anteriores al alimentarse de ellos.