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Marzo, 2018

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A veces el dolor comienza antes de que nuestro ser querido se nos vaya. Cuando tenemos un familiar con una enfermedad crónica o terminal, tanto el enfermo como la familia tendremos tiempo para irnos preparando, para irnos despidiendo.

Esto implica que las etapas del duelo empezarán con la noticia de que la enfermedad es terminal o que, de un padecimiento crónico o degenerativo, ya estamos entrando en la fase terminal. Es tan doloroso enfrentarnos a la muerte inminente de un ser querido, que es probable que busquemos negarlo, cambiar de doctor, buscar otras opiniones, buscar tratamientos alternativos… hasta que poco a poco vayamos asimilando la noticia. Este impacto también afectará al enfermo, de tal manera que el duelo se vive a la par, pero cada quien a su propio ritmo y en su propio estilo.

Para quien tiene una enfermedad y recibe esta noticia, el peso es muy fuerte, es lidiar con la certeza de que la muerte llegará. Es un trabajo de ir poquito a poquito, en pequeñas dosis, aceptando la realidad.

Saber que la muerte está próxima nos da la oportunidad de prepararnos, arreglar pendientes y legalizar temas, valorar a los que queremos, de disfrutar los momentos de cariño, agradecer lo vivido y lo que aprendimos, de reconciliarnos, de decir cuánto nos queremos y de abrazarnos desde las entrañas.


Cómo hablar de la muerte con los niños

Primero que nada, tenemos que saber que los niños tienen derecho a conocer la verdad. Será importante cuidar el cómo se les da la noticia, las palabras que se usan y, lo más importante, permitir que expresen cómo se sienten.

Cuando se quiere sobreproteger a los niños y se les inventan historias como que esa persona fallecida “se fue a vivir a otro lugar para estar más tranquilo…” las cosas no funcionan bien, es contraproducente. Hay niños que ante la noticia de que alguien cercano murió, lloran de inmediato y se ven francamente tristes. Otros actúan como si nada hubiera pasado, a veces toma tiempo procesar la noticia y entender las implicaciones de la ausencia de esa persona. Hay niños que reaccionan evadiendo y cambian el tema. Puede ser que no sepan qué pensar o qué sentir. Necesitan tiempo.

Las reacciones que los niños tengan muy probablemente sean similares a las que han visto en casa. Hay familias en las que hablar de la muerte o de quien ya no está, es algo imposible, se maneja todo desde el silencio. Pero hay otras en donde hablar de la muerte o de la persona que ya no está se hace con gran tranquilidad y apertura. Esto facilitará que el niño pueda expresar su sentir y pueda hablar de quien murió y de esta forma tenerlo presente.

La forma natural de apoyar a un niño que sufrió una pérdida es que él pueda ver a las personas a su alrededor viviendo también su duelo. Se vale llorar, sentirse triste, recordar, platicar de lo vivido, compartido y que extrañamos. Todo esto ayudará al niño a vivir su propio duelo, a acomodar la pérdida y a volver a dar sentido a la vida.

La muerte hace ángeles de todos nosotros y nos da alas donde antes teníamos sólo hombros
Jim Morrison

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