CLUB DE LECTURA

Amores contra el tiempo

En el amor todo se vale. Uno no elige de quién se enamora y tampoco escoge el momento exacto en que esto sucederá, simplemente ocurre. Después de ello, lo demás no tiene importancia, sino la persona a la que pertenece nuestro corazón.

¿Pero qué ocurrió con mujeres de otros tiempos que decidieron amar a hombres más jóvenes que ellas? Dolores Conquero nos cuenta nueve historias que van desde el siglo XVI hasta nuestros días y que muestran la incesante lucha por hacer del amor con quien sea, un derecho universal.


En Amores contra el tiempo la autora nos cuenta diferentes historias de mujeres que osaron (sí, osaron) tener una relación con un hombre bastante menor que ellas. Desde Diana de Poitiers hasta Fiona Campbell-Thyssen, pasando por la famosa Gala que conquistó el corazón de Dalí, encontraremos los relatos de nueve mujeres fascinantes que saltaron las normas.

Todas ellas se enamoraron de hombres más jóvenes y sus relaciones no fueron en absoluto fáciles, ya que no estaba bien visto que esto se diera así.

Y al respecto vale la pena destacar que la primera mujer a la que mencionamos líneas arriba vivió en el siglo XVI y la última en el XX, esto significa que, aun existiendo tantos años e incluso centurias entre cada una, la mentalidad parecía —e incluso en algunas partes del mundo sigue pareciendo— exactamente la misma al respecto: una ideología retrógrada sin fundamento o valor alguno.

Es por lo anterior que debemos mencionar que los relatos donde encontramos a las diferentes protagonistas de este libro, están perfectamente contextualizados con la época en la que transcurre su trama. Esto es gracias a que la autora hace una grandísima labor de investigación para ofrecernos la máxima cantidad de detalles sobre tal o cual periodo en concreto y esto es más que meritorio, pues viéndolo detenidamente, el argumento es el mismo para todos los capítulos: mujer mayor con hombre joven. No obstante, los detalles aportados por Conquero hacen que cada apartado sea único y diferente en sí mismo.

No por nada Luis Martínez ha dicho que "Dolores Conquero repasa en Amores contra el tiempo, de la mano de una crónica erudita, las biografías sentimentales de nueve relaciones contra el más viejo y renuente de los prejuicios del patriarcado" y Luis Miguel Marco "Un libro reivindicativo que denuncia una situación que, si hoy todavía levanta ampollas, antes mucho más". Por todo lo anterior, te invitamos a que te sumerjas en las páginas de este libro indispensable para la igualdad y entendimiento sobre los roles de género y por qué es necesario dejar atrás los viejos prejuicios que no tienen cabida en estos días:

"Introducción. El último tabú. A lo largo de la historia, la mujer ha debido hacer frente a muchas situaciones injustas. Algunas, al menos en Occidente, ha logrado revertirlas con no poco esfuerzo. En pleno siglo XXI podemos ser dueñas de nuestra vida, ser completamente independientes, tener hijos solo cuando lo deseamos… También podemos amar (en teoría) a quien queramos, porque las relaciones son más libres que nunca y porque hasta tabúes como el de la homosexualidad han caído. Y, sin embargo, hay prejuicios que siguen ahí, más o menos soterrados pero listos para salir a la luz en cuanto nos descuidamos.

Viejos prejuicios en los que se cuela un machismo de siglos y que por eso mismo son difíciles de erradicar. A veces adoptan formas descaradas, pero otras son insidiosos, vagos, casi anodinos. Y los tienen los demás, por supuesto, pero también nosotras, aunque nos cueste reconocerlo. Porque son años escuchándolos y no pudiendo evitar que se introduzcan en nuestro cerebro con más o menos éxito. Y si no los tenemos nosotras los tienen nuestros amigos, o nuestros padres, o esos compañeros amables que sin embargo te miran de arriba abajo.

De todos ellos, el relativo a que una mujer no puede, o no debe, salir con un hombre más joven que ella es quizá el menos superado de todos. Porque en teoría se puede, claro, nadie pone una pistola en el cuello a nadie por eso. Pero la práctica, ay, eso es otra cosa. El tema adquiere tintes sangrantes cuando se compara con su equivalente masculino: en nuestra sociedad, todavía hoy, si un hombre sale con una mujer más joven se le califica de conquistador, de rompecorazones, de espabilado.

Un triunfador, vamos. Pero si es la mujer la que está con un chico más joven los calificativos son otros: cougar, asaltacunas, patética. Sobre todo si, en vez de una aventura, se comete la osadía de formar una pareja en toda regla. Para el chico en cuestión también hay un calificativo reservado: toy boy, porque claro, una mujer no puede amarlo de verdad; forzosamente ha de ser un juguete, un pasatiempo. Pero ¿dónde está el adjetivo para definir a estas chicas jóvenes que están con hombres maduros, que no lo veo?

Sobre todo esto reflexionó quien esto escribe cuando vivió en sus propias carnes una historia de amor así. Una historia por lo demás preciosa, aunque se terminara por otras causas, como se terminan tantas historias todos los días. Entonces, me sorprendía a mí misma pensando a veces: ‘Dentro de diez años él tendrá treinta y ocho años y yo cuarenta y nueve [es un decir]. Él estará en su plenitud física y yo... ¿Cómo estaré yo?’. Porque el paso del tiempo, y la belleza, tampoco parecen ser lo mismo para un hombre que para una mujer.

¿Y por qué cualquier viejo actor de Hollywood se casa con una mujer joven y nadie dice nada, y en cambio si lo hace la duquesa de Alba con Alfonso Díez, al que sacaba veinticuatro años, le hacen coplas y protagoniza programas de humor incluso en Estados Unidos?, me preguntaba yo, cada vez más enfadada ante lo que me parecía una situación injusta.

Entonces, de manera instintiva empecé a fijarme en parejas conocidas en las que ella fuera la mayor de los dos.

Como cuando una está embarazada, que de repente ve la calle poblada de barrigas, yo ponía el ojo en cualquier historia susceptible de ser como la mía. Y como estas eran muy pocas, amplié mi ángulo de visión a los famosos que veía en las revistas, y a los libros que relataran esas historias, y a las películas. Y creé un blog que se llamaba (y se llama) minovioesmasjoven.com. Y empezó a escribirme gente. Y yo les hablaba de algunas y algunos valientes que lo habían conseguido (porque hay que ser un poco valiente para ir a contracorriente).

En breves pinceladas, a veces reivindicativas, otras irónicas, les contaba. Porque cada pareja que se forma en la que ella es mayor que él derriba un trocito de prejuicio y a lo mejor, algún día, se acaba con lo que quizá sea el último tabú en cuanto a relaciones se refiere. Y les contaba de Susan Sarandon y Jonathan Bricklin (estuvieron juntos varios años), y de Julianne Moore y Bart Freundlich, o de Ann Neal y el corredor de Fórmula 1 Mark Webber. Y un día les hablé de un tal Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía del Gobierno de Frangois Hollande, y de su mujer veinticuatro años mayor que él.

Entonces era muy poco conocido, pero en algún lugar había visto el dato y tiré del hilo. Dos años después, el exministro llegó a presidente del Gobierno, y entonces también se armó. Sé que se ha dicho de todo a propósito de esta pareja (y no todo bonito), pero yo prefiero quedarme con que siguen juntos y felices, ajenos a todo.

Pero ellos, con ser fundamentales, no han sido los únicos. A lo largo de la historia ha habido amores de estas características. Con más o menos fortuna, mujeres únicas han luchado por estar con los hombres que amaban aunque la sociedad no lo viera con buenos ojos y a veces se lo hiciera pagar caro.

Ya lo decíamos al principio: para el amor no hay edad. Y en este maravilloso texto podemos corroborarlo desde una perspectiva femenina y feminista a la que debemos tomar en cuenta para no repetir errores del pasado.

¿Qué te ha parecido esta lectura que te recomendamos?
¿Te identificas con alguna de sus protagonistas?, ¿por qué?
¿Has tenido o conoces alguna una experiencia similar?



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