¿Cuántas veces al día se te antoja comer algo dulce?, ¿te ha sucedido que, más que antojo, sientes ansiedad por ingerir alguna golosina?, ¿tanto que te cuesta evitarlo? En primer lugar, es importante que sepas que no sirve de nada reprocharte ni enojarte contigo.
Cuando este tipo de hábitos se tornan incontrolables, estamos frente a una situación que ya no es consciente y la cual causa efectos negativos en nuestro cuerpo. Pero no te preocupes, tiene solución.
Para comenzar, debes saber que el cuerpo necesita mantener cierto índice glucémico para vivir. Este regula la energía y funciones vitales. Si pensabas quitarte todo lo que tenga azúcar, quizá no sea la forma.
Bien dicen que todo en exceso es malo, y el azúcar no es la excepción. No obstante, si nuestro organismo necesita glucosa para funcionar, tenemos que ser conscientes, pues aquél no diferencia si el tipo de azúcar le beneficia o perjudica.
Sobre esto es pertinente establecer la diferencia entre los azúcares más y menos sanos. Partamos de que existen simples y complejos. Los primeros podemos encontrarlos en la fruta y son procesados a través de la sangre.
Los complejos ― arroz, pasta, pan, legumbres y papa― tardan más en procesarse, ya que para convertirlos en energía, el cuerpo necesita quemarlos. De no ser así, se almacenan en forma de grasa. Para consumirlos, lo ideal es comer su versión con fibra. Esto hará que el organismo los procese con mayor facilidad.
Ahora bien, ¿qué pasa en el cerebro cuando recibe azúcar? Se incrementan los niveles de dopamina, y dependiendo la cantidad consumida, el grado de bienestar que, por un tiempo percibiremos, ―de ahí que cuando nos sentimos tristes el cuerpo nos la pida―.
Será una experiencia agradable que la memoria a largo plazo identificará como gratificante, la cual puede convertirse, como cualquier otra droga, en adicción, y como se sabe, con el tiempo, en problemas como diabetes, sobrepeso, dificultades cardiovasculares, entre otros.
Motivos que nos hacen tener ansiedad de consumir azúcar.
¿Por qué en el momento no nos damos cuenta de lo que nos puede causar? Las razones por las cuales una persona podría caer en excesivo consumo son de distintas índoles. En ocasiones cambiamos nuestra alimentación por dietas o dinámica, y si el cuerpo solía recibir cierta dosis de azúcar al día, cuando deja de percibirla, se reducen sus niveles de glucosa, por lo que el cerebro envía la señal al cuerpo para reponerla.
Otras veces su ingesta está relacionada con un vacío emocional, el cual puede ser causado por tristeza, aburrimiento o estar expuestos a altos niveles de estrés ―recordemos que éste consume mucha energía ― y al necesitar ser saciado constantemente, regresa en forma de ansiedad.
¿Cómo tratarla?
Resolver el problema está directamente relacionado con las causas que lo originaron. Según sea el caso un psicólogo, médico o nutriólogo pueden ayudarte. Sin embargo existen cosas que puedes hacer para comenzar a ayudarte.
Cambia tu alimentación
Esta opción depende de tu voluntad, así que es importante ser firme y perseverante si realmente quieres hacer un cambio.
Recuerda que comer sano no es comer mal, al contrario. Lo verdaderamente crucial es la calidad de los alimentos que consumas. De hecho podrías comer varias veces al día, es realmente necesario que busques consumir solo la cantidad de calorías que necesitas para producir la energía adecuada. Si puedes no lo hagas solo, procura siempre asesorarte con un profesional.
Enfoca tu mente en otros pensamientos
Para esto la meditación es magnífica. La ansiedad que sentimos es resultado el círculo de pensamientos que hemos construido.
Concentrarte en tu respiración, te hará comenzar a enfocarte en tu presencia en este mundo, en que cada inhalación y exhalación te hace estar vivo; comenzarás a trasladar esa negatividad a algo positivo.
Eso hará que mires hacia otra parte y ese simple hecho será la diferencia. Además, la respiración es la mejor medicina para reducir la ansiedad y el estrés.
Cuando suceda, piensa ¿realmente lo necesito?
Identificar la causa es el comienzo de la cura. Inicia por poner atención en los momentos de necesidad. Cuestiónate por qué sientes ansiedad, o qué te está faltando para tener el apuro por comer algo que quizá no te hace bien. Hazte consciente de tu urgencia y reflexiona acerca de ella en el momento.
Puedes hacer un recuento acerca de qué tanto has consumido en ese día. Detecta las emociones que te están llevando a eso. Ese será el primer y gran paso.
Practica algún deporte
Nuestro mejor complemento es el ejercicio, lo que comemos lo balanceamos cuando gastamos esa energía. El ejercicio libera dopamina, un neurotransmisor que provoca la sensación de bienestar. Si te sientes mejor, también ayudarás a que tus pensamientos sean positivos.
Recuerda comenzar por ti. Para tu vida, el cuerpo es lo más valioso. Ese hermoso empaque que te envuelve y protege. Hacer la diferencia empieza por tomar la decisión de quererte y apapacharte.
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