SOCIOS EN ARMONÍA

¿Jefe o líder?

Por mucho tiempo, en el ámbito ejecutivo, se tuvo como el ideal máximo llegar a ser “el jefe” y poder gozar de los beneficios que este puesto conlleva; sin embargo, asumir dicha jerarquía no siempre implica obtener buenos resultados y, mucho menos, garantiza alcanzar los objetivos previstos.

Por fortuna, existe una manera de lograr cada una de las metas planeadas, superando las etapas de estrés, cansancio y conflictos innecesarios. Esto es posible cuando en lugar de jefe existe un líder.


En los equipos de trabajo todas las personas involucradas tienen la misma importancia para llevar a cabo actividades específicas con un fin común, no obstante, es vital que haya alguien capaz de gestionar las tareas para lograr los objetivos previstos sin perder de vista los aspectos emocionales, las distintas capacidades, así como la empatía de su grupo de trabajo. Nos referimos al líder, quien muchas veces confundimos con el jefe, pero la diferencia entre ambos radica en la actitud.

Es normal que para ejecutar una actividad de forma eficiente, primero se elabore un plan estratégico en el cual los implicados establezcan una serie de pasos a desarrollar. En esta fase inicial, un líder considera la opinión de sus colaboradores, por lo que es escuchado y tiene la adhesión de su equipo, en tanto que un jefe impone su criterio por encima del resto, lo que provoca una sensación de inconformidad entre los participantes.

Aquí cabe decir que la relación entre el grupo y el jefe se basa en el miedo, contrario al líder, que impregna confianza en sus allegados procurando una relación laboral sana entre él y los demás, aunado a que a la hora de resolver problemas y repartir el trabajo, el jefe distribuye las tareas y supervisa que sus órdenes sean seguidas, evidenciando a quien haya tenido un mal resultado, mientras que el líder busca entender los errores que ocurrieron para solucionar y evitar el problema en futuras ocasiones, al tiempo que redistribuye las tareas de forma proactiva con su equipo, consiguiendo de primera instancia Socios más motivados.

Otra de las grandes diferencias es que un jefe es una autoridad impuesta, por lo que su comunicación es vertical, autoritaria, descendente y unilateral. Un líder transmite las obligaciones y funciones de cada miembro en forma transversal, empática, nivelada y bilateral.

El jefe distribuye las tareas al mismo tiempo que ordena y supervisa, en tanto que el líder trabaja de la mano con el equipo, “predicando con el ejemplo” para que el resultado sea el buscado; además, se relaciona con su equipo y no espera que lo vean como alguien distante a ellos.

Algunas de las habilidades particulares de un líder son que se expresa de forma clara, escucha las opiniones de los otros, trabaja la inteligencia emocional propia, así como la de sus compañeros, tiene sus objetivos claros, planifica las actividades, es proactivo, ayuda a los miembros del equipo, es innovador, responsable se mantiene en constante actualización, en tanto que un jefe no.

De acuerdo con la revista Entrepreneur, te dejamos a continuación algunas recomendaciones para desarrollar liderazgo:

  • Guía con el ejemplo. Los líderes necesitan actuar, no solo hablar. Para que tus empleados sean puntuales, asegúrate de llegar a tiempo o por lo menos temprano. Si el profesionalismo es una prioridad, vístete para el éxito y trata a todos con cortesía.
  • Un poco de humildad te llevará lejos. Hay una gran diferencia entre ser un líder y un jefe. Aunque ambos están a cargo, un líder comparte el centro de atención y se siente cómodo al dar también el crédito a otros. Aunque parezca contraproducente, ser humilde te infundirá más confianza. Tus empleados lo apreciarán y tus clientes también.
  • Comunícate efectivamente. Esto es imperativo, tanto en la oficina como en tu vida personal. Los grandes líderes se aseguran de ser escuchados y entendidos, pero también saben que es importante escuchar. La comunicación es una calle de dos vías, y saber aprovecharla, hará que tu empresa siga creciendo en lugar de frenarse.
  • Haz que tus juntas sean productivas. Como dice el dicho, el tiempo es dinero. Así que debes aprender a ahorrarlo sobre todo en las juntas. Si confías que tu equipo hará el trabajo, no debería haber la necesidad de recurrir a la microgestión.
  • Conoce tus límites. Hasta el líder más amable y atento tiene sus límites. Establécelos y atente a ellos. Si los demás saben lo que no vas a tolerar, habrá menos frustración, eso evitará confusiones.
  • Encuentra un mentor. Los mejores líderes saben cuándo necesitan ayuda y conocen hacia dónde ir para obtenerla. Nadie sabe todo, así que encuentra a alguien en quien confíes para que te aconseje cuando las cosas se pongan difíciles.
  • Sé emocionalmente consciente. Aunque mucha gente aconseja que separes las emociones de los negocios, las negociaciones son relaciones con personas. Para que estas duren, necesitas ser emocionalmente inteligente, esto te permitirá ser sensible a los diferentes puntos de vista.
  • Cuídate de (y evita) errores comunes de liderazgo. Todos se equivocan, pero algunos errores pueden evitarse. Para no repetirlos, debes estar consciente de ellos sin obsesionarte.
  • Aprende del pasado. La historia, reciente o pasada, está llena de modelos de negocios exitosos y de grandes fracasos. Piensa en la gente que admiras, descubre qué salió mal para aquellos que terminaron sus carreras con algún escándalo.
  • Nunca dejes de mejorar. Los grandes líderes están en constante aprendizaje. Siempre habrá algo en lo que puedas trabajar o una nueva habilidad que dominar. Asegúrate de tener tu mente abierta a nuevas ideas y posibilidades.

En conclusión, y de acuerdo a las nuevas necesidades sociales, considera que ser un jefe ya no es efectivo para alcanzar la meta de cualquier organización, para ello se requiere adquirir las características de un líder, las cuales pueden ayudarte también en diversos aspectos de tu vida.



¿Ya conocías las diferencias entre un jefe y un líder?
¿Qué cualidades piensas que posees más, las de un líder o las de un jefe? ¿Por qué?



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