
¿Quién no ha oído historias inspiradoras de grandes líderes? Steve Jobs, por ejemplo, no solo fue un genio de la informática, sino también en el empresarial, pues después de perderlo todo, supo posicionar su marca como una de las mejores.
Sin embargo, él no se hizo de la nada: detrás de este gran hombre hubo una familia, adoptiva por cierto, que incentivó sus logros desde el primer momento. Es por esa razón que los líderes necesitan forjarse en casa. ¡Entérate cómo!
Para empezar, definamos los conceptos de “líder” y “liderazgo”. Podemos afirmar que un líder se distingue cuando al utilizar sus capacidades, así como habilidades, establece un ideal, visión o sueño, y dedica todos sus esfuerzos a conseguirlo para alcanzar una mejor calidad de vida.
Por tanto, el liderazgo surge cuando esa visión es compartida con más personas que reconocen el beneficio de ese ideal y deciden conjuntar sus esfuerzos bajo la dirección de quien lo originó.
Ahora bien, en el ámbito familiar es indispensable que los padres sepan establecer roles para que los futuros líderes saquen el mejor partido a sus habilidades natas. Para Mónica Sulecio de Álvarez, licenciada en Educación, “mamá y papá comparten el liderazgo de su familia; ninguno es más que el otro y se turnan, en un acuerdo silencioso, la bandera del líder. Se comunican entre sí, comparten sus sueños, establecen prioridades e identifican metas comunes; entonces juntos, desarrollan un plan que los lleva a cumplir sus metas y alcanzar sus máximos ideales”.
Continúa diciendo que “todos los integrantes de la familia se convierten en ejecutores del plan, y en la medida que los niños y las niñas son capaces de expresarse, pueden participar activamente en la revisión de ese plan y aportar las modificaciones que les parezcan mejores.
Los padres, al igual que lo hacen los líderes, permiten y estimulan la participación de todos los miembros del equipo; están abiertos a sus opiniones y al hacerlo, construyen con su ejemplo capacidades de liderazgo en sus hijos”.
Con este estilo de vida lo que se pretende fomentar son valores en los pequeños, por medio de un sentido y finalidades específicas: que aprendan a identificar áreas de oportunidad en su propio hogar y que desarrollen estrategias que les permitan disentir cuando no están de acuerdo en algo, pero que a su vez propicien cambios para el bien común de todos los integrantes.
Pese a esto, es imprescindible tener presente que un líder fuera de casa no necesariamente lo es dentro de ella.
Esto lo explica Eugenia Franco—psicóloga por la Universidad Nacional Autónoma de México— en el portal Expansión: “Se saben proveedores del hogar, pero no siempre se involucran en el diario vivir de su familia, delegando esta tarea exclusivamente a mamás y a la escuela”.
Es así que en opinión de Franco, “ser un líder efectivo en el hogar implica estar dispuesto a poner el ejemplo y escuchar, tal como sucede en los negocios”.
Tomando en cuenta lo anterior, es necesario distinguir los sentimientos que los pequeños nos producen, pues no es lo mismo proximidad que permisividad, rigurosidad que severidad, autoridad y respeto que sumisión. Por supuesto que es importante establecer deberes, pues de ellos se desprenden las obligaciones y de estas nacen los derechos. De esta forma, los padres que eduquen con liderazgo a sus hijos los harán entender los sutiles matices entre cada una de estas emociones.
Algunas sugerencias para la formación de líderes las tomamos de la página web Hacer Familia. En esta se nos recomienda que los padres “piensen un plan de entrenamiento en manifestaciones externas de respeto que resalten el valor que representa cada cual en la familia. Este plan se vendría a concretar en una serie de normas básicas de cortesía y educación”.
Varias normas de educación que favorecen el liderazgo en la familia son:
- Saludar con corrección y cariño, sin prisas ni dejadez.
- Escuchar con paciencia la asignación de los deberes.
- No contradecir de forma impertinente.
- Cuando sean reprendidos guardar silencio.
- Al comer no empezar hasta que mamá tome asiento y dejar que sean los padres quienes se sirvan primero.
- Levantarse del “súper sillón” para que se siente el abuelo o la abuela, etcétera.
Con estas normas —o “hábitos”— consuetudinarias lo que se busca es promover conductas que más adelante replicarán los hijos en sus ámbitos escolares, laborales, así como en sus propios matrimonios, erigiéndose ellos mismos como modelos de liderazgo, al ser personas con una formación íntegra y respetable. Aquí vale la pena hacer un valioso señalamiento: es importante ser respetable, pero lo es más hacerse respetar, rasgo esencial de todo buen líder.
Para finalizar, diremos que los padres no deben desacreditar a las figuras de autoridad frente a sus propios hijos, lo que implica que, aunque no se esté de acuerdo con el profesor de la escuela, por ejemplo, deben ser pacientes y confiar en la instrucción que se le imparte al niño; tampoco es correcto rechazar una infracción vial en caso de cometer alguna falta, ni mucho menos hacerse de palabras con el agente de tránsito.
Tener estas conductas frente a los hijos puede perjudicar a los padres doblemente: en primera instancia se vuelven difusas las fronteras de lo que es permisible así como de lo que no, y por otra parte ellos mismos pierden, ante los ojos de los infantes, respetabilidad como líderes en su entorno.
Tanto la madre como el padre, dentro de un matrimonio estable, deben tomar las decisiones adecuadas que les permitan a sus hijos reconocerse como futuros líderes, por lo que ambos aportarán por partes iguales en esta educación, pues todo buen líder entiende que “quien no sabe ceder ante el otro, difícilmente sabrá mandar”.
¿Qué consejo le darías a un futuro líder?
¿Ves a tus hijos como líderes en los próximos 20 años?, ¿por qué?
¿Qué podrías agregar a este artículo para educar a futuros líderes?
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