Cuando pensamos en la palabra “genio” es muy común que nos venga a la mente un nombre: Albert Einstein.
El físico alemán que nació un 14 de marzo de 1879 y que con sus teorías, investigaciones y conclusiones revolucionó la percepción del universo. Ganador del Premio Nobel de Física en 1921, este hombre es unas de las mentes más relevantes en la historia de la humanidad.
¿Cuál era el secreto de tanta brillantez? Después de la muerte del científico, un patólogo llamado Thomas Harvey guardó el cerebro de Einstein durante cuatro décadas y llegó a la conclusión de que sus neuronas estaban firmemente compactadas, por lo que aparentemente tenía mayor capacidad para procesar información.
A pesar de eso, durante sus primeros años de vida, en su familia era considerado de menor inteligencia que el promedio, debido a que aprendió a hablar y a caminar más tarde que los demás, hasta los tres años. De hecho, al ingresar a la escuela no se destacó por ser buen estudiante. Tenía falta de interés, bajas calificaciones y dislexia. Un profesor en particular le dijo: “No vas a lograr nada en la vida”.
No obstante, desarrolló un gran amor por las ciencias naturales, que siguió cosechando el resto de su vida. Además, gracias a un tío ingeniero, quien le enseñó los secretos de la electricidad, del álgebra y el funcionamiento de aparatos, aprendió a cuestionar todo lo que pasaba a su alrededor.
Su travesía para entrar a la universidad fue larga, tras ser rechazado de distintas, fue admitido en un politécnico de Suiza.
Cuando se graduó, ya con familia, se vio obligado a aceptar un trabajo en una oficina de patentes. Ahí, en 1905 desarrolló las investigaciones pertinentes para crear su famosa teoría de la relatividad que abrió una nueva frontera en la ciencia, y permitió por ejemplo, el desarrollo de la energía nuclear.
Sus investigaciones propiciaron el estudio de la física cuántica, la predicción de hoyos negros en el universo y hasta una concepción distinta de los conceptos espacio/tiempo.
Sus ideas eran tan avanzadas que muchas de sus hipótesis del universo apenas se están comprobando, como la detección de las ondas gravitacionales observadas este año por un grupo de científicos en los Estados Unidos.
Sus teorías le dieron fama mundial, aún así su vida no fue fácil. Cuando los Nazis llegaron al poder en Alemania, debido al creciente antisemitismo en Europa, Einstein decidió aceptar una oferta de trabajo en Estados Unidos en 1930.
Poco después, unos estudiantes Nazis quemaron sus libros en la hoguera. Cabe mencionar que, durante su estancia en América, ayudó a muchos judíos a escapar.
Además de la inteligencia, sus otras grandes cualidades fueron: la paciencia y la perseverancia, una prueba de ello era el violín. Lo empezó a tocar cuando era joven y se dice que ensayaba tanto que incluso perdió la movilidad de la mano izquierda.
Aunque murió a los 76 años, Einstein fue un hombre de otra época. Su mirada atravesó el tiempo y pudo ver lo que nadie veía. Una de sus frases más famosas fue: “La imaginación es más importante que el conocimiento. Porque el conocimiento es limitado, mientras la imaginación lo abarca todo”.
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