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Un milagrito para nuestra Guadalupe

Te has preguntado ¿cómo sabemos que la Virgen de Guadalupe hizo milagros? Las fuentes históricas han iluminado esto. Pero ¿qué hay de los exvotos?

Los materiales pictóricos que fueron realizados para ofrendar y agradecer por algún suceso divino son los testimonios más conmovedores que tenemos. Para festejar a nuestra virgencita, queremos narrarte algunos de sus portentos más famosos.


El exvoto —demostración pictórica de un milagro—, tiene más de diez siglos de antigüedad. Su existencia ha dado fe de la intervención divina en la tierra, que de alguna forma, es uno de sus propósitos. Los encontramos por todo el mundo, dedicados a diversos santos y vírgenes.

Con la conquista de América, fue natural que en los territorios colonizados esta fuera una manera conveniente de evangelizar y sustentar la fe. Fue entonces en el siglo XVI que llegó la Virgen de Guadalupe, la morenita, madre y patrona de México, acompañada de su manto de estrellas y espectaculares milagros.

Este hecho dio comienzo a sus maravillas, a partir de su primera aparición en el monte del Tepeyac durante 1531, cuando para demostrar al indio Juan Diego su divinidad, la virgen se presentó ante el tío del indígena, quien al poco tiempo sanó de una enfermedad mortal.

Desde entonces, los exvotos no han cesado. ¡Estamos hablando de más de quinientos años! ¿Cuántos existirán? Sería imposible saberlo, pero es verdad que, si bien cada uno se inscribe en su contexto, todos están hechos con el mismo fin. Para ellos no hay tiempo, siempre habrá momento de que la virgencita conceda un milagro.

Así pues, vemos que los prodigios de la Virgen morena, por sí solos, son una prueba asombrosa de su poder y existencia, pero pocas veces nos fijamos en el objeto que conforma el exvoto, esas pinturitas que representan el momento en que la divinidad interviene, según el caso.

El Museo de la Basílica de Guadalupe alberga nada más que 1,094 cuadritos de estos con la imagen de su milagro. Definitivamente una evidencia de amor puro, devoción y agradecimiento. ¿Te gustaría conocer la historia de algunos de ellos? Acompáñanos.

  1. Milagro de la flecha

    El primero que se tiene registrado sucedió en 1531, en ocasión del traslado de la imagen de la virgen a su santuario, recién erigido en el Tepeyac. Con motivo de tan solemne celebración, la calzada rebosaba de fieles indígenas y españoles, quienes caminaron en procesión por ambos lados de la laguna, a fin de escoltarla hasta su hogar.

    Entre vítores y lágrimas de emoción, un arquero, para demostrar su habilidad, disparó una flecha al aire cuyo destino fue la garganta de un hombre, quien cayó al suelo como muerto. Sin saber qué hacer, la comitiva trasladó al herido ante la imagen de la virgen y sacaron la flecha en su presencia. La sorpresa fue que el fiel no solo resucitó, sino que sus heridas desaparecieron de inmediato.

  2. Cesa epidemia

    Durante 1554, una peste invadió la Ciudad de México a tal velocidad que en poco tiempo se registraron 12,000 fallecidos.

    Frente a tal situación, los habitantes caminaron en peregrinación desde Tlatelolco hasta el Santuario del Tepeyac para suplicar la ayuda de su patrona Guadalupe. A los pocos días, la epidemia redujo su impacto hasta que, finalmente, desapareció.

  3. Bajaron las aguas

    1629 fue un año de lluvias abundantes en la capital del virreinato novohispano. El problema fue que los habitantes no estaban preparados para las apabullantes inundaciones que con ellas llegaron.

    Tan grave se tornó la situación, que el agua rompió los diques que la contenían y los capitalinos tuvieron que refugiarse en los techos de sus casas por semanas. Para remediar el problema, el Arzobispo Zúñiga decidió trasladar la imagen de la guadalupana a la Catedral, en función de que su presencia auxiliara a los fieles desvalidos y damnificados. Tras bajar las aguas, la reliquia fue restituida a su basílica.

  4. Calmó las calamidades

    En el siglo XVIII una epidemia de fiebre tifoidea se esparció por la Ciudad de México y redujo a un porcentaje considerable de la población.

    El mismo año —1737— hubo un temblor, suceso que incrementó la desesperación, puesto que en estas circunstancias, las personas solían entrar en pánico. Relacionaban la desgracia con el castigo divino, entonces salían a las calles, gritaban y pedían misericordia al cielo.

    En función de tranquilizar a la población y acabar con las catástrofes, el Arzobispo en turno convocó a una misa dedicada a la Virgen de Guadalupe, sin mayores resultados. Hasta que pronto, fue jurada como patrona de la capital de la Nueva España. Y enseguida, comenzó una lluvia que terminó con la peste.

    Fue tal la alegría, que los fieles organizaron una fiesta para agradecerle. El historiador Francisco Javier Clavijero relata sobre este día, que los joyeros cubrieron los balcones de su casa con plata maciza, en honor a su Virgen morena.

    Por fin, el 4 de diciembre de 1747, la Virgen de Guadalupe fue nombrada patrona de la Nueva España en la Catedral Metropolitana, pero hasta 1756 oficialmente aprobada por el Papa.

Si nos fijamos, los exvotos han sido una pieza fundamental en la historia de la Nueva España. Fortalecieron la fe y, a la vez, arraigaron la religión de una forma que no se había visto.

Fueron fuente de esperanza e identidad, hoy latentes en el sentir y pensar de cualquier mexicano. Estas representaciones son un bello testimonio y «un espejo del papel de la religión en la vida diaria».

Si bien no hallamos imágenes de estos milagros, en nuestra galería podrás observar algunos más recientes y diversos que te encantarán.


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