El trabajo doméstico hace referencia a aquellas tareas que se realizan para que un hogar funcione, como hacer de comer, limpiar, lavar la ropa, hacer la despensa, entre otras cosas. La distribución de todas estas tareas varía según cada familia, pero lo cierto es que, en la mayoría de los hogares mexicanos, las mujeres son las que cumplen con esta función. Son ellas quienes destinan 50 horas a la semana para realizarlas, mientras que los hombres solo destinan 20 horas, en promedio, al trabajo doméstico. Si dividimos esas horas entre los siete días de la semana tenemos que, en promedio son 7 horas diarias que las mujeres dedican al trabajo doméstico, mientras que los hombres apenas 3.
Contrario a lo que nos hacen pensar cuando crecemos, lavar, cocinar, limpiar o cuidar a niños y niñas no son trabajos que las mujeres hagan naturalmente, es decir, no nacen sabiendo cómo realizar este trabajo, sino que desde pequeñas la sociedad y las familias lo enseñan, esto se ve reflejado cuando miramos qué tipo de juguetes suelen regalarse a niñas, como la cocinita, la lavadora o el bebé.
Otro aspecto importante que se necesita aclarar es lo valioso que es este trabajo. Contrario a lo que se piensa, el trabajo doméstico asegura en gran medida la reproducción biológica y el desarrollo de las personas. Pensémoslo así, en una familia donde hay papá, mamá e hijos, no hay manera que el papá pueda salir a trabajar sin comer, sin tener ropa limpia y sus cosas ordenadas para cuando llegue de una larga jornada. El trabajo doméstico asegura la crianza; porque como sociedad no podríamos crecer sin el cuidado de la niñez y personas recién nacidas; la salud, porque sin la limpieza que requiere un hogar nos enfermaríamos todo el tiempo. En resumidas cuentas, el trabajo doméstico se traduce en crecimiento social, físico, emocional e inclusive económico.
Es por esto que el tiempo y esfuerzo de muchas mujeres al realizar tareas del hogar debe ser visto con el mismo valor que el de una jornada laboral, ya sea en una fábrica, en una tienda o en una oficina. Desafortunadamente, a lo largo de la historia este ha sido trabajo invisibilizado debido a la desigualdad que existe entre hombres y mujeres, poniendo prioridad a mejorar condiciones laborales exclusivamente masculinas, afectando a la gran mayoría de mujeres que trabajan en el hogar.
En los últimos años, las mujeres ya no solo se dedican a tareas domésticas, en gran parte de los hogares cumplen con una doble jornada: el trabajo y el hogar. Tomar consciencia de lo que esta doble jornada laboral implica nos puede ayudar a tomar pequeñas acciones para hacer desaparecer la brecha, el trabajo doméstico es valioso, debe ser bien pagado y en los hogares corresponde tanto a mujeres como a hombres realizarlo para asegurar el desarrollo de la familia de una manera igualitaria.
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