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¿Realidad mitificada?

29 de marzo, 2020

El tema de las amazonas, pueblo conformado exclusivamente por mujeres de origen supuestamente mitológico, ha roto paradigmas desde la antigüedad.

Los últimos años, y quizá más, tras el estreno de La mujer maravilla, han resonado con mayor énfasis en el mundo “Las amazonas”, guerreras de la mitología griega. Si bien es indispensable distinguir la realidad de la ficción, es verdad que pese al tiempo, la sola sugerencia de su existencia como mito o verdad despierta curiosidad. ¿Quiénes eran estas mujeres destinadas a la guerra?, ¿qué nos dice del papel de la mujer y cuál sería su importancia hoy?

Para hacer un recorrido sobre este tema, abordemos primero la construcción mitológica que se ha hecho acerca de ellas.

Se dice que las amazonas eran un pueblo de mujeres guerreras “salvajes”, hijas de la ninfa acuática Harmonia y Ares, dios de la guerra, quienes habitaban hacia el este del mar Negro. El origen de su nombre se ha relacionado con el significado “sin un pecho”, pues una de sus características era que, para facilitarles el uso del arco, de pequeñas les era cortado el pecho derecho.

Al igual que los espartanos, las amazonas eran criadas por y para la guerra. Vivían para protegerse a sí mismas y a sus tierras. Su propósito era el combate y no el matrimonio. Su común denominador fue salir del esquema, al ser mujeres no sujetas al control de los hombres y, por tanto, en contra del sistema patriarcal.

En otro aspecto, los mitos las describen parecidas a los hombres, en cuanto al manejo de las armas, su destreza en la guerra, forma de vestir, habilidad para montar a caballo, e incluso, por su apariencia andrógina, pero fuerte atractivo sexual hacia sus oponentes. Diversos pasajes hacen énfasis en eso.

Como ya se mencionó, otra de sus características es la amputación de su seno derecho, aspecto que, fuera de considerarse un distintivo, tiene un significado que para el imaginario griego sustentaría este rechazo hacia ellas, al representar un rasgo más de antifeminidad, bajo la idea de que se trababa de una especie de “castración de su identidad” e incremento de masculinización. Recordemos que dicha sociedad se dividía en jerarquías y en el caso de la mujer, esta conservaba un papel muy limitado que la obligaba a desempeñar actividades “propias” de su género.

En el mundo de las amazonas los hombres se encontraban en segundo plano y realizaban las tareas que, en el resto de las sociedades griegas, eran propias de las mujeres e inconcebibles para el hombre. La estratificación social establecía que el género masculino debía restringirse a su vez, para satisfacer apetencias sexuales y reproductoras de las guerreras.

Otro de los objetivos y pasiones para una amazona era la caza como medio de subsistencia, deporte o entretenimiento. Esto hacía que uno de sus mayores cultos estuviera dedicado a Artemisa, la diosa virgen de la caza, y a Atenea, diosa de la guerra, la inteligencia y la sabiduría.

Lo anterior se conoce por dos razones; la primera es que, de todas las deidades del panteón griego, solo ellas poseen armas como atributos principales, al igual que las guerreras amazonas: primeramente el arco, la fecha y el carcaj y en segundo lugar la armadura completa, el yelmo, la lanza y el escudo. La segunda razón es, por supuesto, su preferencia por actividades masculinas, su rechazo al matrimonio, al hombre mismo; la idea implícita de que conservan su libertad y poder de decisión. No obstante, si se analiza, siendo diosas que representan ciertas ideas y valores, todo lo anterior es válido. Mientras ellas son deidades vírgenes, las amazonas se consideraron sexualmente activas y promiscuas.

En este punto es pertinente considerar que los mitos y sus historias sirven a los fines del hombre, son moldeados por él para satisfacer sus necesidades. Así sucede con el presente. Algunos afirman que quizá toda esta idea de las mujeres, en realidad, está basada en fuentes reales. Aquí la cuestión sería preguntarse ¿por qué quizá se “relegó” a mito?, ¿qué tanta incomodidad pudo haber generado para las sociedades de su tiempo?

En tiempos de la antigüedad el historiador Herodoto buscó encontrar respuestas. Localizó el enclave amazónico, Temiscira, una ciudad amurallada hacia el norte de lo que hoy es Turquía. Estas sociedades fundaron Éfeso, Esmirna, Sinope y Pafos, pero en algún momento una batalla con los griegos mermó su existencia, y no es extraño que su presencia haya acaparado el interés de los griegos.

En el arte son representadas en altorrelieves del Partenón, cerámica y gran número de pasajes en los que estas mujeres guerreras aparecen como protagonistas. Entre ellos, “la batalla de Hércules contra Hipólita para arrebatarle su cinturón, el casamiento de Antíope y Teseo, la escena de Aquiles y Pentesilea, las misteriosas islas amazónicas o el encuentro entre Talestris y Alejandro Magno”.

Con las amazonas, quizá podría afirmarse que su historia pasó de ser “real” a convertirse en una fábula dentro de las “historias falsas” y que a principios de la Segunda Guerra Mundial fue rescatada a través de un cómic. Las guerreras míticas que tanta controversia habían causado en el mundo clásico renacen con otro aire en la América de 1940, moldeada para cumplir ciertas necesidades. Regresan como discípulas de Atenea, erigiéndose en salvadoras del mundo moderno, sin embargo, al igual que antes, en un mundo de hombres, el cual quizá por fin, hoy, comienza a cambiar.

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