Ayuda a contrarrestar la transmisión de virus y enfermedades

Nuestro mundo y la diversidad biológica están en peligro. La deforestación, la contaminación, las emisiones de gases de efecto invernadero, el secamiento de los humedales, el cambio climático, la globalización y otros factores de la vida moderna están provocando la desaparición de especies, también dañan los ecosistemas a una escala sin precedentes y finalmente afectan la salud humana.

Por otro lado, la tala de los bosques tropicales genera las condiciones óptimas para la difusión de las plagas transmitidas por mosquitos, como la malaria y el dengue. Es decir, la desaparición de bosques conduce al riesgo de epidemias, en especial de aquellas transmitidas por determinados mosquitos.

Últimamente, se ha dicho que la degradación del medio ambiente podría desatar cinco nuevas epidemias cada año, si los niveles de deforestación y pérdida de biodiversidad continúan creciendo a sus actuales tasas catastróficas.

Casi un tercio del total de las enfermedades emergentes se han originado a través del cambio de uso de suelo. En la cumbre sobre biodiversidad organizada por la ONU se mostraron pruebas de un fuerte vínculo entre la destrucción del medio ambiente y el aumento de la aparición de nuevas enfermedades mortales como el COVID-19.

Según los expertos, el escenario perfecto para la explosión de enfermedades incluye la tala desenfrenada, la expansión incontrolada de la agricultura, los proyectos mineros en regiones remotas, la explotación de animales de granja y la depredación de flora y fauna para medicinas tradicionales.

Recordando que estas actividades llevan consigo una huella de carbono adicional por estar asociadas con una red de comercio y transporte. También implican un gasto adicional las atenciones así como las acciones políticas y de salud contra las pandemias, por lo cual es urgente un llamado a la población mundial acerca del cambio climático y sanitario, para que actúe de manera responsable.

Decenas de millones de hectáreas de selva tropical y otros entornos salvajes son arrasados cada año para cultivar palmeras, criar ganado, extraer aceite y dar acceso a minas y caminos, lo que provoca la destrucción generalizada de la vegetación y la vida silvestre, que albergan innumerables especies de virus y bacterias esenciales para el balance ecológico.

Cuando hay desbalances, los microbios pueden infectar accidentalmente a nuevos huéspedes, como los seres humanos y el ganado doméstico, esto se debe a la interferencia del ser humano en los ecosistemas naturales. Cuando los animales comparten sus virus con el ser humano, aumenta el riesgo de enfermedades, extinción de especies y más pandemias.

Algunos ejemplos son el virus del VIH, que se propagó en chimpancés y gorilas y que ha causado la muerte de más de 10 millones de personas; o el Ébola, que fue transmitido por murciélagos a primates y luego al ser humano; o la gripe porcina del 2009 y el COVID-19, que también fueron transmitidos a los humanos a través de los murciélagos.

Debido a la cantidad de vuelos internacionales y desplazamientos humanos en el mundo, las pandemias se convierten en un riesgo inminente, con potencial de distribuirse antes de que encuentren curas.

Para evitar más pandemias, varios científicos y economistas del mundo están impulsando un programa para vigilar la vida silvestre, y poner fin al comercio de carne de animales silvestres, así como disminuir la deforestación.

Invertir en investigación es costoso pero resulta mucho más gravoso manejar una pandemia o peor aún la pérdida de tantas vidas humanas. Por ello, es necesario hacer mayor consciencia sobre el cuidado de los recursos naturales y en consecuencia de nuestros consumos.

¡Hagamos consciencia!

El cambio está en tus manos... Revalora tu mundo.

#SocioVerde

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